El cuarto partido
por: Gerardo Moreno
El término de la Revolución marcó el inicio del tercer partido, teniendo como alineación inicial a los del revolucionario y sus cachorros. Con un control de cancha y de balón tal, que un famoso escritor peruano definió a ese periodo como “la dictadura perfecta”.
El ritmo de juego solo cambiaba a conveniencia de directivos, agentes, comentaristas y árbitros.
Al percatarse, la afición obligó a jugadas de pizarrón que derivaron en esbozos de bases institucionales pero la corrupción, los excesos y las prácticas autoritarias brillaban como técnica de juego.
En un lapsus de esperanza y con el sueño ya del cuarto partido, se brindó la oportunidad de ingresar al terreno de juego a los panuchos, quienes en lugar de aplicar una estrategia de juego distinta, perpetuaron los malos pases y perfeccionaron alianzas con jugadores y porras contrarias concluyendo en lo que se conoce como la docena trágica, al final el sueño se volvió una pesadilla.
Lo anterior provocó el regreso a la titularidad de los del revolucionario con el Copetón como capitán, sin embargo la corrupción goleó como nunca nuestra portería.
Tiempos y aficionados urgían un juego diferente así que se eligió de forma pacífica y contundente a los regeneradores con Cabecita de algodón al frente para el famoso y ya necesario cuarto partido.
Con apenas un par de años el juego esta cambiando y, aunque aún falta mucho, la atención por fin se centra en brindar jugadas para la afición. La esperanza ya no es solo un partido ahora es que el desempeño del país en los próximos torneos sea cada vez más como el de uno de primer mundo.