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Penal del Topo Chico pone fin a historias de riñas y motines

El Penal del Topo Chico cerrará definitivamente sus puertas antes de que termine el mes en curso.

De su vieja estructura, sólo se conservará el edificio conocido como El Rondín, construido en forma de cruz e inaugurado en 1943. Una vez reacondicionado, se convertirá en el Archivo Histórico de la entidad. Los otros dormitorios son considerados basura arquitectónica y serán demolidos para dar espacio a un ágora para el goce ciudadano.

El Gobierno de Nuevo León pondrá fin a una historia de masacres, motines y riñas al interior del penal del Topo Chico. Sin duda alguna, el hecho que más causó impacto a nivel mundial en el centro penitenciario fue la muerte de 49 internos y decenas de heridos tras un enfrentamiento que se dio entre dos grupos del crimen organizado en febrero del 2016.

En esa ocasión, el gobernador Jaime Rodríguez Calderón refirió que el enfrentamiento se dio entre los grupos de Jorge Iván Hernández Cantú, El Credo, y Juan Pedro Saldívar Farías, El Z 27.

A la fecha, el Centro de Reinserción Social tiene una capacidad para albergar a 3 mil 800 internos, aunque poco a poco se ha ido despoblando. Ahora sólo tiene hay 2 mil 763 reos distribuidos en toda la superficie de construcciones que fueron añadidas al área central.

El gobierno estatal tiene urgencia por presentar una nueva imagen de los penales estatales, los tres varoniles –Topo Chico, Apodaca y Cadereyta—y el femenil de Escobedo. Este último era ocupado antes por adolescentes infractores se encuentra ubicado en el municipio de Escobedo.

El penal de Apodaca también vivió su propio infierno: el 12 de febrero de 2012 fueron asesinados 44 internos y, en la confusión, 30 reos lograron fugarse.

El origen de la disputa fue por el control del penal entre integrantes de los cárteles de Los Zetas y del Golfo.

Y, el 10 de octubre de 2017 una riña en el Penal de Cadereyta dejó 16 muertos.