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OUTSOURCING por: Gerardo Moreno

Por: Gerardo Moreno

Al hacer un pequeño repaso por la historia mexicana es fácil percatarse que los derechos laborales casi siempre han sido vulnerados y han sido de las razones más representativas para los movimientos sociales que ha tenido nuestro país. Durante la era colonial los indígenas eran una clase oprimida y mal pagada. Sus salarios eran miseros y sus vidas empeñadas en las tiendas de raya por lo que uno de los propósitos de personajes como Morelos fue eliminar la desigualdad. Una de las gotas que derramo el vaso para que el régimen porfirista cayera fue cuando los trabajadores de Cananea y Río Blanco pidieron mejoras justas en su trabajo y salariales pero lo que obtuvieron fue una cruenta represión. Porfirio Díaz en lugar de velar por sus compatriotas vio más por los intereses de compañías extranjeras y permitió el abuso de estas.

En tiempos más recientes, cuando se crea el TLC este ofrece como ventaja competitiva a muchas empresas norteamericanas y canadienses la mano de obra mexicana barata pero ya en el TLCAN fue uno de los temas donde los gobiernos de Estados Unidos y Canadá en esta ocasión prestaron más atención por ser este un mecanismo que hacia que las empresas se instalaran en nuestro país y no en el suyo.

Una de las maneras en las que se aprovecho la mano de obra barata fue “legalizándola” como outsourcing pero no era más que una forma de contratación al grado casi del esclavismo. Sucede que una empresa subcontrataba a otra para que le aportara los trabajadores necesarios para cierta labor pero sin responsabilizarse de sus derechos laborales. Las empresas que aportaban a los empleados suelen pagar salarios precarios, no reparten utilidades, los despiden constantemente para evitar crear antigüedad y no los inscriben a las instituciones de seguridad social o las que lo hacen los registran con salarios menores para evadir impuestos. En las paraestatales se presta como negocio de los titulares, ya que autocontratan a sus propias empresas de servicios.

El crecimiento de un país no puede estar basado en la explotación de sus trabajadores, no puede ser que en este tiempo existan mecanismos laborales que aprovechen para tener casi esclavos como en los viejos modelos colonialistas. Solemos soñar con un país más justo, con ser parte del primer mundo y envidiamos gobiernos y formas de vida de otros países pero la realidad es que para que México deje de ser tercermundista es necesario un mayor bienestar para su población por lo que las empresas así como cumplen con las leyes en sus países de origen también lo hagan en el nuestro, ¡es lo justo!