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La antimonumenta será reparada: Colectivos feministas

Luego de la destrucción de la Antimonumenta ubicada en las Tarascas de la capital michoacana, el colectivo feminista que la colocó, emitió un pronunciamiento ante esta situación el cual dicta de la siguiente manera:

Sobre la destrucción de la Antimonumenta en memoria a las víctimas de feminicidio
Las mujeres que integramos la Asamblea de Mujeres Michoacán condenamos la destrucción
de la Antimonumenta recién colocada la mañana de este lunes 8 de marzo en el jardín de
la Fuente de las Tarascas, en Morelia, durante el mitin de mujeres al que convocamos en
conmemoración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

Consideramos que la violencia con la que fue dañada refleja el odio patriarcal que no pudo
descansar un solo día, ni aun tratándose de aquel en el que las mujeres de todos los países
nos hermanamos con el objetivo de vislumbrar un mundo más justo para nosotras y las que
vienen después de nosotras.

Señalamos que este vil acto no es un evento aislado, sino que forma parte de una serie de
representaciones simbólicas y sistemáticas de violencia que asciende y que cobra y ha cobrado
la vida de cientos de mujeres michoacanas.

La normalización de esta violencia y su profundo arraigo en el seno de nuestra sociedad se
manifiesta en el convencimiento con el que algunas personas se proclaman a favor de la
destrucción de un objeto simbólico que hace un llamado al alto a la violencia que nos afecta a
todas y todos; nos parece irónico cómo de esta manera se convierten en justo lo contrario a lo
que buscan predicar.

El objetivo de los antimonumentos es el de invocar la compasión, la empatía y la
solidaridad informada de la ciudadanía, y nos lastima pensar que la motivación para
destruirla sea la ausencia de estas tres cosas.

La Antimonumenta es un homenaje simbólico a todas las mujeres asesinadas y desaparecidas.

Tan sólo el año pasado cerca de 300 mujeres fueron asesinadas de manera violenta en
Michoacán.

La Antimonumenta es un proyecto emprendido y financiado totalmente por ciudadanas
activistas de los derechos de las mujeres. Su diseño es el símbolo del movimiento feminista, y en él fue escrito: “Vivas, libres y felices. Ni una más”.

Responde a la exigencia que hacemos de nombrar, visibilizar y erradicar la violencia feminicida que
azota a nuestro país y a nuestro estado e identificar que tenemos derecho a vivir felices
y libres de violencia.

Reprobamos todo tipo de represión a la protesta social porque sabemos que en la búsqueda de
nuestros objetivos TODAS LAS FORMAS de manifestación son válidas.

Sabemos que la aceptación de las formas de protesta responde a lógicas diversas, más aun en una situación
específica marcada por la crisis Covid-19, el proceso electoral local, el surgimiento y avanzada
de los movimientos antiderechos y, en general, lo que algunas teóricas denominan la cuarta ola
del feminismo, que plantea que en este momento somos muchas, diversas e
intergeneracionales las que nos manifestamos.

Este contexto convulso puede verse a la lejanía o desde fuera como una falsa ruptura, idea de
la que no queremos formar parte, puesto que consideramos que hoy más que nunca es
importante la organización y el debate en el terreno de las ideas para mantener y acrecentar el
poder que hemos mostrado desde el año pasado en las calles y en nuestros lugares de
influencia.

Por supuesto que entre nosotras hay diferencias, como lo dijimos ayer cuando
colocamos la Antimonumenta: las mujeres que nos organizamos, entre ellas las que formamos
parte de la Asamblea de Mujeres Michoacán, sabemos que cada una de nosotras es única en
su contexto, que somos diversas e interseccionales, y que ninguna mujer representa en lo
individual la vivencia de todas.

Desde ahí llamamos a la organización y a la unidad en la
acción.

Hacemos un llamado a todas las mujeres que busquen luchar por sus derechos a organizarnos
desde abajo y horizontalmente, lo que permitirá identificar a nuestras aliadas y señalar aquellas
propuestas que históricamente se han identificado como enemigas, no sólo de nuestras
acciones públicas, sino de nuestro cuerpo y nuestra vida.

Consideramos oportuno manifestar la diferencia entre la iconoclasia que realizan
algunas compañeras durante las manifestaciones y el vandalismo.

La iconoclasia es una de las manifestaciones de la intensa rabia e inconformidad que sentimos muchas
mujeres.

A través de la intervención del espacio público buscamos resignificar y
apropiarnos de símbolos que han dejado de ser vigentes, o creíbles, con el paso del
tiempo.

Tiene un profundo sentido político y responde de manera directa a las acciones u
omisiones del gobierno que vulneran nuestros derechos y ponen en riesgo nuestras libertades,
nuestras posibilidades y nuestras vidas mismas.

Se trata de una exigencia política, que ha cobrado fuerza a raíz de la poca importancia que tiende a darse a manifestaciones de descontento menos intensas y nos permite visibilizar nuestras demandas.

Retomamos la importancia de organizar la rabia y enfocarla a una lucha, la feminista, que
históricamente se ha caracterizado por la creatividad y la diversidad de formas de protesta que
van desde las letras, pasando por el arte, el discurso, oratoria, la actividad colectiva y demás
manifestaciones que se enriquecen día a día por nuestra diversidad en todos los aspectos.

Hacemos un llamado a las autoridades y a la sociedad michoacana para dar con quienes sean
responsables de este evento que intenta menoscabar la lucha y la organización de las mujeres,
que este 8 de marzo alzamos la voz para reclamar justicia y la liberación de toda forma de
opresión que es ejercida contra nosotras.

Asimismo, solicitamos el apoyo del sistema de procuración de justicia estatal para resguardar y proteger ésta y otras intervenciones del espacio público que busquen abonar a una sociedad más pacífica, consciente y
empática.

A quienes expresaron apoyo a la destrucción de la Antimonumenta los consideramos cómplices
de un sistema que busca acallar nuestras voces. Y, en todo caso, si las instituciones no
responden de manera oportuna estarán fomentando una cultura de odio que es el germen de la
violencia cotidiana que nos aqueja.

El Estado debe garantizar el resguardo de los símbolos, como la Antimonumenta, que las mujeres y otros sectores de la población instalamos a partir de nuestro derecho a la protesta.

La Antimonumenta será reparada, y tal vez agredida una vez más, pero no
descansaremos hasta que la sociedad michoacana sea consciente de que las vidas de
las mujeres son valiosas e irreemplazables.

Seguiremos insistiendo hasta que sea una realidad la exigencia de un Michoacán donde
existamos vivas, libres y felices.