
“Estas son tradiciones chingonas”; migrantes morelianos viven la fiesta del torito en la ciudad
Las tradiciones en Morelia se viven como en ningún otro lugar y es eso lo que en cada festejo “llama” a quienes por las vueltas de la vida dejan su ciudad natal para radicar en otro lado, dentro o fuera del país. El carnaval es una muestra de ello, al menos lo es para Fermín y Sergio.
Fue en su infancia, específicamente en el kínder, donde Fermín Santoyo descubrió el “amor por los toritos de petate” un amor que por 20 años mantuvo vivo solo a través de las redes sociales, viviendo en Estados Unidos e imposibilitado para regresar a su ciudad natal. Ese anhelo de regreso se hizo realidad hace un año.
Actualmente radica en Chicago, Illinois pero no olvida sus raíces y por segundo año regresó a visitar a su familia, a disfrutar el carnaval y “a pasarla bonito y sanamente a estas fiestas tradicionales, hago el esfuerzo de venir siempre en estas fechas y en Semana Santa.
Yo soy de los que me crié en esto, en las fiestas navideñas vengo pero con mi familia, mi esposa y mis hijos que tengo en Estados Unidos”.
Recuerda que en preescolar vio por primera vez un torito de petate y experimentó una sensación incomparable que lo impulsó a ser parte de las cofradías en la colonia Ventura Puente. “Cuando le llevaron un toro, al escuchar el sonido de la música que lo acompañaba me salí del salón. Estas tradiciones están bien chingonas.
Ya no es inseguro como decían…todo esto siempre ha sido familiar, los que andan en el toro andan en su rollo y si no te metes con ellos, no se meten contigo, así lo miro yo”.
Para “El Checo” el gusto por el carnaval y los toritos de petate viene de familia, en la colonia Las Flores su papá “sacaba” un torito y fue lo que le hizo despertar el amor por está tradición.
Sergio Rodriguez radica desde hace 4 años en Tijuana, pero no pierde oportunidad de regresar a sus ciudad natal cada año para vivir el festival, aunque para ello deba trabajar más y ahorrar.
“Recomiendo a la gente de otros estados que vengan a vivir esto. Es un ambiente familiar pero como es del barrio se ve mal, pero es algo seguro, una tradición que cuando uno se va extraña y por eso regresamos cada que se puede”, platica.
Reconoce que fue por solvencia económica que se mudó a Tijuana a trabajar en la maquila, pero en su día a día se da ánimos pensando en los momentos en los que puede regresar a su ciudad natal a disfrutar de las tradiciones “que no se viven en ningún lado como aquí”.