#Michoacán

El triángulo

Por: Gerardo Moreno

La tarea no era fácil y los arquitectos independentistas, pasada una fugaz monarquía, comprendieron la relevancia que implicaba una figura estable y resistente como sistema organizativo para el Estado recién creado. La elegida fue la figura de tres vértices ya que a primera vista ofrecía los contrapesos necesarios para una toma de decisiones adecuada y como consecuencia una gobernanza equilibrada.

Sin embargo, en varios momentos históricos y por ambiciones e intereses particulares, la forma fue sustituida y al país lo gobernó un emperador, un triunvirato y hasta una dictadura de treinta años que finalizó con una Revolución. Los actores del México posrevolucionario, con algunas rebeldías a cuestas, retomaron la añorada forma de los tres picos, esa misma que el Benemérito de las Américas restauró casi cien años antes y después de haber gobernado en caravana durante cuatro de ellos.

La aspiración siempre ha sido que la figura sea del tipo Equilátero ya que los lados del mismo tamaño aseguran equilibrio pero la irracional costumbre de venerar al Ejecutivo y pedirle que interceda en todo asunto, a veces por obediencia y otras por conveniencia, lo ha deformado en un Escaleno derivando en gobernantes embriagados de poder, de los que creen siempre tener la razón, que hacen y deshacen a su antojo con vidas ajenas y presupuestos públicos, estilo señores feudales.

La República es una figura férrea pero para sea de provecho a la ciudadanía hay que recordar que se compone de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, y que a cada lado se le tiene que exigir por igual dentro de sus limites y facultades de lo contrario dos se sirven de comparsa o alguno es más pequeño ante los otros como en un Isósceles.