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Entre veladoras y huellas de balas, dan el adiós a alcaldesa en Cotija

Fotos: Iván Villanueva

La alcaldesa de Cotija, Michoacán, Yolanda Sánchez Figueroa (PAN), quien hace nueve meses fue secuestrada durante una visita a Zapopan, perdió la vida el lunes en un violento episodio donde recibió múltiples impactos de bala mientras se encontraba a escasa distancia del Palacio municipal.

Sánchez Figueroa, salía de un gimnasio situado en las calles Benito Juárez y Javier Mina, en pleno centro, cuando le dispararon en repetidas ocasiones.

El crimen ocurrió justo un día después de la jornada electoral del 2 de junio, donde los resultados preliminares señalaban a Juan Pablo Aguilar Barragán, del PRI-PAN, como el posible vencedor para dirigir el Ayuntamiento.

El Gobierno de Michoacán, a través de sus canales oficiales, condenaron el homicidio de Yolanda Sánchez Figueroa e instruyeron la implementación de un operativo en colaboración con las autoridades federales para llevar a cabo las investigaciones correspondientes y garantizar que se haga justicia.

El 23 de septiembre de 2023, Sánchez Figueroa fue secuestrada al salir del centro comercial Andares, en la zona de Puerto Hierro, en Zapopan, Jalisco, cuando se encontraba en compañía de dos personas. Su liberación ocurrió el 26 de septiembre en las cercanías del Municipio de Villamar, a unos 40 kilómetros al noreste de Cotija.

A lo largo de su mandato, la alcaldesa michoacana fue objeto de numerosas amenazas de muerte y, en un incidente ocurrido a principios de abril de 2023, un grupo armado atacó la comandancia de la policía municipal de Cotija, dejando como resultado dos agentes fallecidos. Los disparos también alcanzaron las instalaciones del Palacio Municipal.

El funeral de la alcaldesa se llevó a cabo de manera muy privada y sin el acceso a medios de comunicación.

Horas después de que la alcaldesa Yolanda Sánchez Figueroa fuera asesinada por un grupo armado, lo que se percibe en el pueblo mágico de Cotija son calles desiertas y un amplio operativo policiaco.

Se pueden ver aún en las paredes del colegio José Guízar y Valencia las huellas de balas de alto calibre, además de numerosas veladoras colocadas por los residentes del lugar.

Las principales calles y las carreteras que llevan a la localidad están custodiadas por elementos de la policía, policía comunitaria, miembros de la Guardia Civil y Nacional, así como por el Ejército Mexicano, quienes mantienen puntos de revisión.