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Voluntarios, los grandes héroes de la tortuga golfina

Texto y fotos: Juan Carlos Arreygue/Contraluz

En la costa de Michoacán, Alfonso Ramírez Ayala y su equipo de voluntarios realizan una labor heroica todas las noches, de julio a octubre, temporada en que las tortugas marinas eligen para desovar a la orilla del mar.

Entre la oscuridad, patrullan a pie o en cuatrimoto una superficie de 4 kilómetros de playa, desde Villa Dorada hasta Barra de Tigre, para proteger y preservar los nidos recién enterrados de la tortuga golfina. Esta especie, realiza su desove, un proceso que tarda aproximadamente 45 minutos, depositando entre 80 y 140 huevos en cada nido que excava en la arena.

La amenaza que enfrenta la tortuga golfina es la caza furtiva de huevos, ya sea para su venta en el mercado negro o para consumo personal, una actividad ilegal que ha colocado a esta especie en peligro de extinción.

Una vez que la tortuga acaba de desovar y deja los huevos en la playa, Alfonso y su equipo se encargan de extraerlos con cuidado y llevarlos a su santuario de las tortugas «El habillal». Este santuario, un refugio seguro para los huevos de tortuga, se convierte en el hogar temporal de estos futuros habitantes del océano.

Allí, los huevos se incuban durante aproximadamente 45 días hasta que las pequeñas tortugas vean la luz.

Es entonces cuando, con el apoyo de Alfonso y su equipo, estas crías son liberadas en la playa, dándoles la mejor oportunidad para comenzar sus vidas en el mar.