“Polígamos en nombre de Dios”, un artículo de opinión de Lydia Cacho
Ciudad de México.- Desde que conocí a Susan en Salt Lake City, Utah, la tierra prometida de los mormones de Norteamérica, supe que habría que seguir la pista en Chihuahua de las familias mormonas que han promovido la poligamia, el abuso sexual de niñas y, por supuesto, la esclavitud de matrimonios serviles que incluyen violencia doméstica, sicológica y patrimonial. Porque en un contexto en que la religión valida las reglas patriarcales para someter a otros y otras, una de las reglas de oro es el aislamiento. Entrar en ese mundo como reportera es muy difícil y la manera más directa de acceder a esas vidas es a través de quienes han logrado escapar de estas comunidades que viven al margen de la ley. Quienes practican la poligamia y otras formas de violencia contra mujeres y niñas son los grupos fundamentalistas. Los más progresistas están contra la poligamia.
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (JSUD) es una de las sectas menos investigadas en el mundo y que incrementa sus miembros en México y Centroamérica. En México la iglesia fundamentalista polígama fue fundada como la Iglesia del Primer Nacido en Chihuahua por Joel LeBaron, nació en Utah en 1931. En 1972 Ervil, hermano de Joel, en una batalla de poder, creó su propia Iglesia del Cordero de Dios y mandó asesinar a su hermano Joel quien fue baleado en Ensenada, BC; fue extraditado y sentenciado en Utah en 1980 por ordenar la muerte de 30 mormones. La SUD excomulgó a la familia LeBaron por sus prácticas de poligamia entre otros motivos.
Janice, una de las mujeres que escapó de los fundamentalistas de Chihuahua, asegura “Ervil LeBaron nos dio armas y nos ordenó: si alguien se acerca primero disparen y luego esconden los cuerpos”. Sarah, que vivió entre el grupo de LeBaron en Chihuahua y Baja California, testificó en el 2000 ante autoridades norteamericanas sobre cómo la sometieron a ella y otras mujeres a la Doctrina del compromiso total, que consiste en que todas las mujeres y niñas sean entregadas al patriarca, quien tiene derechos sexuales sobre ellas. Su suegro y líder Fred Collier, practicaba la poligamia y se casó con su propia hija de 9 años. Las prácticas siguen vigentes, me asegura Anna, quien escapó de un grupo que salió de Chihuahua hacia Guatemala para adoctrinar jóvenes.
En 1996 Vicky Prunty huyó de su comunidad mormona en Utah, donde vivió sometida con sus seis hijas a la poligamia. Una vez que hizo pública su historia aparecieron otras mujeres en igual circunstancia y fundaron un centro de atención para mujeres por la Justicia dignidad económica y e independencia (JEDI, por sus siglas en inglés). Las historias son interminables como la de Mary Ann, que fue golpeada casi hasta la muerte por su padre al querer huir de un matrimonio forzado a los 15 años.
Meena, quien vivió en la colonia mormona de Chihuahua que pertenece a los familiares de Mit Romney, ex candidato a la presidencia de Estados Unidos, asegura que hoy en día el poder de ciertas comunidades mormonas es inexplicable. Por ejemplo, dice Meena, nadie se pregunta cómo Alex LeBaron, el diputado del PRI por Chihuahua, ha declarado públicamente que su comunidad está armada y que sus armas son ilegales. Efectivamente, Alex admitió que los LeBaron asesinaron a un militar que entró en su territorio sin pedir permiso, y mientras todo Chihuahua sufre, a los Romney nadie los molesta. El aislamiento es total, según Meena, te educan creyendo que el profeta es tu dueño.
De esta familia se sabe sobre el secuestro del sobrino y el posterior asesinato de Benjamin y Luis en 2009. Pero muy poco se habla de cómo basados en su religión se autorregulan, violan las leyes mexicanas y las mujeres viven en condiciones inaceptables. Se dice que los hermanos LeBaron luchaban contra las armas y la violencia, sin embargo practican la autodefensa con rifles de asalto.
Cuando fue juzgado por poligamia el mormón Roger Clawson dijo al jurado “lamento que las leyes del hombre entren en conflicto con las leyes de Dios, pero siempre que exista este conflicto yo me someteré a las leyes divinas”. Gobernación asegura que las leyes no pueden intervenir con creencias religiosas pero sí con prácticas criminales justificadas por la fe. Los testimonios de estas mujeres demuestran que el problema con los grupos polígamos fundamentalistas mormones es que están convencidos de que su religión y su poder económico les permiten vivir al margen de la ley.