Clementina Carranza, incansable defensora de las tradiciones decembrinas

Clementina Carranza, incansable defensora de las tradiciones decembrinas
Andrea Hernández/ Morelia en Línea
Contra la creciente tecnología, las agendas apretadas los horarios de trabajo y las ocupaciones de sus familiares y vecinos, Clementina Carranza ha logrado mantener una centenaria tradición heredada de sus ancestros: las posadas decembrinas.
A sus 87 años de edad, la moreliana comparte con alegría como ha sido para ella mantener una tradición que ha vivido en su memoria desde que tenía 4 años de edad, cuando su madre la involucró de manera activa en la realización del evento que ha estado presente en su familia por más de un siglo, en el 139 de la calle Carlos Salazar en el centro de Morelia.
“Es una tradición de más de 100, creo que mi madre se las hacía a mis hermanos y ella ya venia con esa tradición de su casa…siempre se ha rezado igual, se ha cansado igual, el altar era un poco más chico porque era lo que teníamos en ese tiempo ahora tenemos más espacio y ha crecido, además de que casa año compro figuras, son más de 2 mil 100”, mencionó.
A pesar de la pandemia del coronavirus en su casa de la infancia, no dejaron de realizar esta milenaria tradición cristiana, aunque reconoció que en los dos años anteriores disminuyó el arribo de visitantes, curiosos, amigos, y familiares.
Además de mantener la tradición, doña Clementina ha vivido la evolución de los insumos utilizados en las posadas tradicionales, como las figuras del nacimiento que pasaron de ser de aserrín a plástico.
El ritual lo tiene también bien aprendido, “el día que de diciembre se pone el nacimiento y empiezan la posada que recuerda cuando Augusto, el emperador de Roma, mandó a sus súbditos a empadronarse en su tierra natal y ellos eran de Belén y este wl recorrido que hicieron entre las casas buscando alojo para pasar la noche y seguir al día siguiente. Todos le decían que no, hasta que una persona les ofreció un pesebre y dijeron que no importaba, eso es lo que recreamos, el espacio donde nació el Señor”.
Con fervor y amor por la tradición, la familia y allegados se suman al esfuerzo por preservar la costumbre y entre todos, compran lo necesario para que todos, familia y extraños, no se vayan sin su canastita de dulces.
La verbena prenavideña dura alrededor de dos horas y media tras romper un par de piñatas y degustar el tradicional ponche de fruta que Clemen cocina y mantiene caliente durante el festejo.