Raúl Morón y Alfredo Ramírez, una buena mancuerna en Morena

César Villalpando
Las próximas elecciones que se llevarán a cabo en Michoacán traen consigo un aire distinto, hasta cierto punto inesperado. No sólo por la incongruente alianza que han formado PRI, PAN y PRD para cerrarle el paso a Morena en Michoacán -antes considerado bastión de la izquierda representada en el PRD, ahora convertido en triste comparsa de la derecha -, sino por la aparición en escena de políticos que se abren paso con nuevas formas de concebir el poder y de ejercerlo, como es el caso de Raúl Morón y Alfredo Ramírez Bedolla.
Raúl Morón ganó la alcaldía de Morelia en unas elecciones dónde arrasó Morena; muchos restaron méritos a Morón y adjudicaron su triunfo al llamado «efecto Andrés Manuel», a la euforia de la gente que votó por AMLO y aceptó los términos y condiciones del contrato de representación popular sin leerlas, lo que permitió a muchos aprovechar y subirse al tren de la 4T para sobrevivir.
Sin embargo, Morón demostró con su trabajo que no solo estaba a la altura del cargo de Presidente municipal, sino que tenía sus propios méritos. Aquí es donde llegamos a la sorpresa: resulta que después de ser elegido como precandidato a la gubernatura de Michoacán por Morena, y de pedir licencia como alcalde de Morelia, su primer acto político es al lado de uno de los fundadores de Morena: Alfredo Ramírez Bedolla, mismo que tiene aspiraciones de contender por el gobierno de la capital del estado.
El discurso de unidad morenista que venía generando Morón adquiere peso por las acciones que está llevando a cabo, y por su movida estratégica de dar el espaldarazo a uno de los políticos jóvenes que más reconocimiento tiene entre las filas de Morena por su lealtad y congruencia con el obradorismo.
Esta semana vimos la foto de Morón y Ramírez Bedolla elevando las manos en señal de victoria, en un acto político que resulta tan beneficioso para Morón por el apoyo de la estructura de Ramírez Bedolla, como para el mismo Bedolla por la retroalimentación del aspirante a gobernador.
Además, este evento resulta un tanto oportuno para Alfredo Ramírez, ya que se da en vísperas de que cierre el registro de aspirantes a las candidaturas de Morena a presidencias municipales.
Alfredo Ramírez, uno de los estandartes del obradorismo en Michoacán, ha estado trabajando en conjunto con R21, la organización afín a Raúl Morón, así como con los morenistas fundadores aglutinados en Morenos de Corazón; es decir, Bedolla podría ser el puente que reconcilie y una a los morenistas más puros con los simpatizantes que, sin ser militantes, trabajan en favor de la cuarta transformación.
Por si quedaban dudas de quién es el perfil más sólido para representar a Morena en la contienda electoral por el gobierno de Morelia, Juan Carlos Barragán anunció que declina a su aspiración de ser el candidato para apoyar a Bedolla; es decir, Alfredo Ramírez convirtió en aliado a su más fuerte rival en la contienda interna.
Otra sorpresa que se deja ver en estos momentos, es la reciprocidad que existe entre Ramírez Bedolla y Raúl Morón en cuanto al apoyo estructural e impulso que se dan mutuamente.
Sería interesante ver a un alcalde Alfredo Ramírez y a un gobernador Raúl Morón trabajando en conjunto, en colaboración y reciprocidad. Eso que hace mucho tiempo (o nunca) ha visto la ciudad de Morelia en relacion con el gobierno estatal.
Sorpresas que da la política, volviéndose un tanto impredecible, y digo un tanto porque con estos factores en mente, se vuelve más que predecible quién será gobernador de Michoacán y quién será alcalde de Morelia.